Cuentos de mi Barrio, es solo la pretensión de re-armar, la maqueta de aquel lugar de la infancia.
Nací, hace muchos años, en el barrio de Colegiales, exactamente en la Av.Cabildo al 100.
Esa época, cuando uno se forma día a día, ha quedado grabada en mi mente. Muchas veces llegan los fantasmas en forma de recuerdos, y doy gracias a Dios, al destino, a la vida, como cada cual quiera llamarlo, el haber vivido ese tiempo, cuando rompía la escarcha, junto al cordón de la vereda, con mis zapatos nuevos, al ir a la escuela.
Cuando, ver el paso del tren, bajo el puente de la calle Ciudad de la Paz, demoraba mí llegada a casa.
Ya lo dije, uno se llena fantasmas ¡solo son recuerdos que se piensan en silencio! Por ejemplo, el jazminero embriagando el patio, en aquellas noches de verano, cuando toda la vida estaba por delante.
Estas narraciones, solo pretenden la sencillez del dialogo con el amigo.
Cuando, café por medio, se intenta recordar, como eran las cosas y como son, desde está esta nueva óptica, que dan los años.
No busco grandes y rebuscados recursos literarios, y mucho menos grandilocuentes palabras difíciles.
Solo quiero contar, cual es mi recuerdo de aquellos días, el aroma de las tostadas y el ¡uuuufa! porque debía dejar de jugar por la hora de la merienda.
Recurrentemente llega a mi mente, la imagen de mi maestro de cuarto grado, Don Hugo Báez, en aquellos días del Colegio León XIII de la calle Dorrego.
Si, mi maestro de cuarto, un cordobés de ley, que, con sus formas, ejemplo y palabras marcó mi vida.
Otro maestro, marcó el camino de la vida espiritual. Vaya mi recuerdo y eterno agradecimiento a don Vicente Vázquez.
Después, la vida se encarga, y me llevó hacia el Barrio de Belgrano, y allá, transcurrieron los irrepetibles años de la adolescencia en el Colegio San Román, época de los primeros bailes, la primer novia y porque no, de aquel y prohibido primer pucho, a la salida del colegio, en las Barrancas de Belgrano.
Todo esto, que parece una nostalgia, no lo es, solo es, la alegre espera de recordarnos en la bulla de cualquier esquina, ante una mesa de café, en aquel tiempo que aun está.
Roque Vega
No hay comentarios:
Publicar un comentario