NOSTÁLGICO Y MILONGUERO
...Y, embriagada en su propio perfume, último resto, de aquel frasco regalado la vida sabe cuando. Quedó sentada toda la noche en medio del híbrido y adormecido sabor a tabaco, humo y alcohol.
Su gastado vestido de raso azul, hacía fuerzas, tratando de reflejar aquellas luces.
Los cuatro tachos que iluminaban la pista; en rojos y envejecidos amarillos, ¡encendían cuando el destino estaba de su parte!
_ ¡Solo son luces de teatro! pensó..-
- Luces para teñir una realidad, que al amanecer, serán leyenda.
Las parejas giraban y giraban en la pista. Algún que otro pálido reflejo golpeaba contra el cansado y trasnochado vestido azul.
Bebió un sorbo y luego otro.
Recordó, recordó otro tiempo, ya adormecido, entre el ropero y su cuerpo.
Entre las parejas que giraban y giraban, creyó ver imágenes y rostros conocidos... risas... ¡¡¡el sonido de la risa!!! - Sonrió.
Bebió de un sorbo hasta vaciar la copa.
Por supuesto, lo sacaba para las grandes ocasiones. El vestido azul era para eso ¡las grandes ocasiones!
Las parejas, Giraban y giraban al compás de aquella música, repetida, sábado a sábado ¡Siempre!... los mismos discos...
Por enésima y una vez, se miró en el diminuto espejo que buscó largamente en su cartera.
No hizo gesto alguno.... ¡Indiferencia!... ¡silencio e indiferencia!
Era verdad, el espejo solo reflejaba lo real.
Tan real como su cansancio. Se miró, descuidadamente retocó el maquillaje.
Las parejas, giraban y giraban pasando una y otra vez frente a ella.
Ya era hora de estar con él, pensó.
¡Si! ¡Ya era hora!
Llamó al mozo; este, demoró el tiempo que sus piernas le marcaban.
¡¡¡Aquel tiempo!!!…
Aquel tiempo, había quedado dormido, y sabe el destino en que pliegue de su vestido... ¡El tiempo de las dos bandejas!... ¡Ese tiempo! colgaba sobre la pared; en una descolorida foto tomada aquella noche. Sonrió al recordar aquella vez que ¡¡¡ si!!! brillaba su vestido azul.
Entre niebla y humo, su mente buscaba un recuerdo; que esa noche la amenazaba con derrumbarse para siempre...
No, no quería cerrar el telón de esa manera.
Varias veces lo pensó.
-¿para que salir a buscarlo?,
-¿Para que salir a recordarlo?
- ¡¡si el está allá!!
La embriagaba su elegancia, su sonrisa.
Mientras esperaba al mozo, retocó nuevamente su maquillaje......... no, no eran las arrugas lo que le molestaba… ¡era el cansancio!
Luego de pagar su ínfimo gasto, guardó el espejo en la cartera.
Recorrió, en el vuelo de su vista, cada rincón del boliche.....luego, cruzó la pista.
Al cerrar la puerta, se desdibujó hasta perderse entre muchas esquinas.
Entró al caserón sin hacer bulla.
Cruzó el adormecido patio por el silencioso resplandor de la luna.
Ausencias, disfrazadas de recuerdos, giraban al compás de la cuchara dentro de la taza.
Esa noche, la mente jugaba a recordar aquellas cuatro parejas, que giraban, y giraban sin cesar.
Sorbió lentamente el humeante té. Era su ceremonia antes de acostarse.
Miró el patio.... el fantasma de la enredadera, dejaba ver el brillo de sus ojos en cada jazmín. Apretó muy fuerte la taza entre sus manos.
-¡Que hacer con tanta fuerza!, ¿será como las ilusiones? ¡qué se deslizaron día a día entre mis dedos!
Con melancólica indiferencia, colocó el despertador sobre la mesa de luz.
Miró una y otra vez cada rincón, cada cajón, asegurándose que no quedaba nada.
Cerró y ató las dos cajas con sus cosas; luego, las arrastró, dejándolas junto a la puerta de su habitación.
Descolgó el viejo tapado, acomodándolo sobre el respaldo de la silla.
¡Allá estaba él! ¡Como siempre! Lo miró y sonrió mientras se quitaba la ropa para acostarse.
Apenas corrió la cortina de la ventana, la vista fija sobre el patio.
El brillo de la luna, prolongaba infinitamente las sombras de la enredadera.
La Señora se lo dijo:
-Recuerde Matilde. La mudanza llegará temprano. No, más de las seis de la mañana y el camión estará aquí.
El sol dejó presentir el primer y último rayo sobre el dominó del patio grande.
Voces y hombres iban y venían de la casa al camión.
-¡Matilde! ¿Revisó todas las habitaciones?
-¿está segura que no queda nada?
- ¿Cerró las llaves del gas y la luz?..........le dijo la señora, en el mismo tono, que le habló, durante los últimos quince años.
- ¡Si Señora, ya he revisado todo!
-¡Entonces vamos Matilde!
-¡Si señora! , Voy a buscar mis cosas y partimos.
Arrastrando las dos cajas, cruzó la gran sala, ahora vacía de muebles y adornos.
Les entregó las cajas a los señores de la mudanza.
-¡¡Matilde el coche está esperando!!,
-¡pronto, traiga lo que falta y vamos!
-¡Si Señora!
Cruzó el patio grande, el comedor de diario, la cocina; ¡todo vacío!......
¡Tan vacío! que habían aflorado todos los recuerdos apretados por años y años, contra muebles, sillones, adornos, porcelanas, cuadros y cristales.....
¡Si señora!...
¡No señora!...
¡Como Ud. Mande!...
¡Como Ud. Diga!...
¡Como ordene señora!
¡Enseguida señora!
Esa foto, enmarcada en dorado, era lo único que quedaba en su cuarto.
¿Cuantos años habían pasado?......
Le costó descolgarla. No quería bajar así el telón.
Acercando sus manos acarició el vidrio.
Esa foto, al igual que su ahora vacío cuarto, estaba lleno de entonces.
Entonces, entonces fue la esquina, aquella sonrisa, el perfume, la primera vez, el hijo que ya no llama. Siempre preguntó por el papá que no existió..
-¡Decime Matilde¡ ¿vos conociste a mi papá?..
Él, ¡¡estaba allá, desde siempre!!
Lo retuvo, fue su silencioso triunfo.
Noche a noche lo tuvo con ella. Noche a noche, disfrutó de su sonrisa, acarició a cada instante su elegancia.
Se acercó a la foto, lo que más pudo, intentando recordar su insolente mirada azul.
¡Si! , lo retuvo para siempre, ¡él nunca se fue!
Noche a noche lo disfrutó; en silencio, noche a noche compartió una y otra cosa.
Le contó en detalle, cada uno de sus días.
Muchos atardeceres de domingo, conversó con la foto, recordando los escapados paseos, por la costanera, él la esperaba allá, en la Mitre, alguna gaseosa, charlas besos, y, luego la despedida para el discreto e inteligente reencuentro.
Mil noches de luna sobre el patio/ le recordó aquella primera vez, y así, el tiempo se adormeció entre sus manos, el encuentro en la Mitre, la tarde del verano y allá, entre besos, caricias y la brisa que embriaga ¡¡¡el río!!!
¡¡¡Sí!!! Era la foto tomada aquella noche.
La casa bullía de música y gente, muchachada por todas partes, risas, risas y gritos que contrastaban con el silencioso vacío de ahora.
Si, esa foto...
¡Descorches y champán! risas, baile, gente, mucha gente.
Entonces, fue, que Andrés, en sus flamantes dieciocho años ¡y solo por broma! ¡Solo para hacer divertir a sus amigos! Bailó con ella.
¡Giró y giró hasta marearla! Andrés reía, todos reían.
A partir de entonces, y a escondidas por la tarde, Matilde, alguna vez, pudo recostar el cansancio sobre los hombros de Andrés.
Sonrió, no quería descolgarla.
Recordó la tarde que, entre mandado y mandado, se demoró mirando aquella función de títeres en el parque. ¡no lo había visto!
Cruzó la plaza de la radio en dirección al mercado, divisó el tanque de agua, en esa esquina ¡él estaba allí!
Sí, fue aquella tarde, que al salir a comprar su cuarto de pan y alguna galleta de yapa, él le habló por primera vez. Después, después.........aquel dorado beso azul en el apretón de sus fuertes brazos y los altos hombros para su cansancio.
Entonces y después.
¡Después la vida! ... ¡¡¡Ella es la que manda!!!
Descolgó la foto. Por largos instantes la retuvo contra su pecho.
Salió de su habitación, cruzó el silencioso vacío de la casa...
Al pasar por la sala creyó escuchar algún susurro.
Se apoyó contra la columna que divide, la sala, del comedor grande, sonrió.
-¡Dale!... ¿a que hora salís a hacer las compras?...
¡Esperame en el parque chiquita!
-¡Dale te acompaño!... ¿vas al correo?…
-¡Algún día, vamos a ir juntos, ya vas a ver!
-Te compré estos jazmines, guardalos en tu cuarto,..... ¡Que no los vea la vieja!
-Andrés, ¿como se escribe esta palabra?... ¡Y tal otra!…
-¡¡¡Ya sé!!! ¡me lo dijiste!… ¡Pero ahora, no me acuerdo!
-¿¡Cuando tenés franco!?... ¡Te invito a la milonga!
-El sábado en la milonga, ¡dale!...yo salgo primero....¡te espero allá!
-¡¡¡Ponete el vestido azul!!! ¿sí?...
-Dale, ¡Después vamos a tomar algo!
-Shhhhhh no hagas ruido.........
-¡¡¡Nunca nos vamos a separar!!!... le dijo aquélla tarde.
-Shhhhhhhh
-Dale te espero allá, ¡el vestido azul! ¡Como la otra vez!
-¡¡¡Abrazame fuerte!!!... ¡¡¡abrazame!! ...
-¡¡¡Me mareás tonto, de tanto girar!!!.
-El sonido de tu risa, ¡me gusta!... ¡¡¡te hace brillar los ojo!!!
-Yo llego un rato después que vos... ¡No vengas a preguntarme si necesito algo!
-¡No!...
-Dame un beso, ¡¡¡tonto!!!… ¡qué después, no te veo hasta mañana!...
-¡¡¡Andá a estudiar!!! que hay bronca con vos….
-Dale, anda a tu cuarto…En un rato te llevo el cafecito caliente.
-¡En el parque! ¡Mañana a la tarde!
-¡¡¡Tomá, es para vos!!!… ¡Es un perfume! ¡¡¡Para el sábado!!! Para la milonga.
-Shhh… no hagas ruido...
-¡¡MATILDE!!... ¡el coche espera!
-¡¡¡Si Señora!!!... ya voy...
-¡¡¡El niño Andrés, con la familia, me está esperando en la casa!!!
-No debemos demorarnos, ¡Matilde! ¡¡¡El niño Andrés y mis adorados nietos me esperan!!!
¡¡¡¿Andrés?!!!
El coche, al doblar la esquina, le permitió presentir un ángulo de la plaza.
Recordó.... recordó apretando la foto contra su pecho, cuantas veces, entre promesas y besos, el querido rostro de Andrés, se apoyó entre las flores de su blusa de percal.
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