A mi viejo
Don Miguel Vicente
Nos llamó la atención ¡que no venga! ¡No dijo nada!
Y un partido como este, no es para perdérselo y menos él, que tiene toda la historia encima.
-No había nadie en la parada -dijo el Juan con cara de preocupado.
-Anoche fui a la casa y la hermana me dijo que no estaba, que había salido para la parada, pero no, no estaba.
Si, el caniya, desde hace años es parte del barrio. Esa esquina sin él ¡no existe!
El caniya es la señal de las buenas noches y el preludio al feca.
¡¡Sexta!! ¡¡Diarios!! Ya se nos hizo carne.
- ¡¡¡je!!! ¡¡¡Que tal boquita eh!!! ¡¡¡Se pasó!!! Que me contás del penal, je, ¡¡¡de los dioses!!!
-¡¡¡no para que me voy a preocupar es solo por hoy!!! -Decía cuando el resultado del partido era adverso. Luego la seguía en el café.
-Ya lo había contado mil veces, lo repetía siempre igual, lleno de orgullo, vibrando de emoción…
-Yo estuve…ese día estuve, cuando izaron la bandera ¡¡¡las dos izaron!!!
-y allá arriba la azul y oro, fue para un 25 de mayo.
-un pibe, yo era un pibe, ¡¡¡así ves!!! Ni a la mesa llegaba.
-Una, otra y otra vez lo repitió.
-¡¡¡Claro que tuvimos malas épocas!!! Casi nos vamos al descenso.
-Yo ya laburaba con el viejo en la parada, fue para el 48 y 49.
-Indefectiblemente, su relato regresaba al año 1940.
-Su mente continuaba en aquel día, cuando izaron las docenita de estrellas, se las dieron aquellos dos partidos, con gimnasia el 1 a 1 y con Rosario Central, ese glorioso 2 a 0.
-Si, yo estaba agarrado de los pantalones de mi viejo, cuando el Pedro Arico izo las doce estrellitas, y allá abajo, en medio los gritos, el cuadro campeón:
-Estrada, Ibáñez, Marante, López, Lazzatti, Suárez, Sohn, Carniglia, Sarlanga, Gandulla y Emeral. ¡¡Vamos Boquita Todavía!!
-¡¡No!! ¡¡Que va!! todavía no estaba Sosa. -Siempre lo aclaraba.
-Lo raro es que, ni él, ni el rulo aparecen por ninguna parte.
-Ya es casi la hora, y el camión del diario va a dejar el paquete sobre la vereda.
Se miraron.
Fue en la calle Olavarria, justo cuando cruzás las vías, allá, la vió por primera vez. Sus ojos la siguieron hasta que, definitivamente, se hundió por Olavarria al fondo, en la silenciosa hojarasca del otoño.
- ¡¡Mirá!! Que el Rubén se lo dijo una y otra vez: -¡¡¡no es para vos esa piba!!!
-¡¡¡No te van a dejar!!! ,¡¡¡Cuidado, es jodido, no te metas!!!
-Vos no conoces nada, esa gente es difícil, no se dan con nadie, pitucones engreídos, mirá si un caniya le va a sacar la hija.
-Abría los ojos y sonreía. Los abría tanto, como cuando soñaba con el hijo varón para crack de boquita, la cancha repleta, banderas, gritos y ¡¡¡gollll!!!
-Si, abría los ojos hasta meter el brillo del futuro en la mirada.
-¡¡Ya se la saqué!! Decía orgulloso. ¡La piba es mía!
-Desde ese entonces el caniya cambió mucho, después, después se puso serio, casi no hablaba, dejó de ir a los partidos.
El Antonio entró al boliche, adivinó nuestras miradas.
-¡¡¡ché nadie sabe nada!!!, él y el rulo desaparecieron.
-Sobre la vereda están los diarios, los corrí, los dejé junto a la pared del kiosco.
-Jorge, para distraer un rato dijo: - si mañana le ganamos a Tigre, una estrellita más para la bandera.
-¡¡¡Que equipazo con el cantor al arco!!!
La noche se silenciaba en las esquinas de la Boca, cuando se oyó,
¡¡Sexta!! ¡¡Diarios!! ¡¡Sexta!!
Como autómata lo repetía una y otra vez.
El caniya y el paisaje eran una sola cosa.
Hundió su voz en cada esquina. ¡¡Sexta!! ¡¡Diarios!!...¡¡Sexta!!
-El rulo me lo dijo.
-Me contó que le hizo el aguante. Le costó traerlo de nuevo para el barrio.
-Yo no podía creer, que así, ¡¡lo dejará así!! , sin una palabra, sin decirle nada
-y sabiendo que él caniya, estaba como loco de la alegría por el pibe que ya llegaba ¡¡¡pobre caniya!!!
-La mina ¡¡¡la mina!!! se tomó el buque con un cafiolo.
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