"La imaginación está hecha de convenciones de la memoria. Si yo no tuviera memoria no podría imaginar". Jorge Luis Borges

miércoles, 8 de febrero de 2012

Nostálgico y milonguero

 Una obra de mi autoría

NOSTÁLGICO Y MILONGUERO

Roque Vega



¿Te acordás? Caminábamos tomados de las manos, la breve eternidad de esas  cuadras. Desde Barrancas  hasta Cabildo y Juramento.
Nuestros sueños, tu sonrisa, mi prisa… y después… después la vida.

Roque Vega

…Y, embriagada en su propio perfume, último resto del frasco  regalado por la vida, sabe cuando. Quedó sentada toda la noche, en medio del híbrido y adormecido sabor a tabaco, humo y alcohol.

De tanto en tanto, su gastado vestido de raso azul, reflejaba las luces de los cuatro tachos, que desganadamente, iluminaban la pista en rojos y envejecidos amarillos.

¡Solo son luces de teatro!, pensó
Luces para teñir esta realidad, que  al amanecer, será recuerdo.

Las  parejas giraban y giraban en la pista.
Creyó ver, imágenes y rostros conocidos, risas ¡El sonido de la risa!

Bebió hasta vaciar la copa.

Las parejas giraban y giraban al compás de la música, repetida sábado a sábado.
Por enésima y una vez, se miró en el diminuto espejo.
No hizo gesto alguno, el espejo reflejaba lo real. No, no eran las arrugas lo que le molestaba, era el cansancio.

¡Ya es hora de estar con él! Pensó.

Llamó al mozo. Entre niebla y humo, su mente buscó un recuerdo que esa noche la amenazaba  con derrumbarse para siempre.

Varias veces lo pensó ¿Para qué salir a buscarlo? ¡Si él está allá!

Recorrió con la vista cada rincón del boliche, posó la mirada  en la mesa, que tantas veces él la esperara. 

Pagó si ínfimo gasto, saludó al mozo, lentamente bordeó la pista. Al cerrar la puerta se perdió entre muchas esquinas.

Entró al caserón sin hacer bulla.
Cruzó el adormecido  patio en el silencioso resplandor de la luna.
Ausencias disfrazadas de  recuerdos, giraban  al compás de la cuchara dentro de la taza. Lentamente bebió el humeante té. Su  cotidiana ceremonia antes de acostarse.

Con melancólica indiferencia colocó el despertador sobre la mesa de luz.
Revisó una y otra vez cada rincón, cada cajón, asegurándose que no quedaba nada.

Cerró y ató las dos cajas con sus cosas. Descolgó el viejo tapado, acomodándolo sobre el respaldo de la silla.

Lo miró y sonrió, mientras se quitaba la ropa para acostarse.
Apagó la luz del velador, apenas corrió la cortina de la ventana. Miró el patio. El fantasma de la enredadera dejaba ver el brillo de sus ojos en cada jazmín.
El resplandor de la luna, prolongaba infinitamente las sombras.

La señora se lo dijo:

- ¡Recuerde Matilde! La mudanza llegará temprano. No más de las seis de la mañana y el camión estará aquí.

El sol dejó presentir su primer y último rayo sobre el dominó del patio grande.

Voces y hombres, iban y venían de la casa al camión.

- ¡Matilde! ¿Revisó todas las habitaciones? Le dijo la señora, en el mismo tono en que le habló  durante los últimos quince años.

- ¡Si señora, he revisado todo!

- ¡Entonces vamos, Matilde!

- ¡Si señora! Voy a buscar mis cosas y partimos.

Arrastró las dos cajas a través de la gran sala, ahora  vacía de muebles y adornos.

- ¡Matilde, el coche está esperando!

- ¡Si Señora!

Cruzó  el patio grande, las habitaciones ¡Todo vacío! ¡Tan vacío! Que habían aflorado los recuerdos apretados por años, contra muebles, sillones, adornos, porcelanas, cuadros y cristales.

¡Si señora!
¡No Señora!
¡Como ordene señora!

La foto enmarcada en dorado, era lo único que quedaba en su cuarto.

¿Cuántos años habían pasado?

Le costó descolgarla. No quería bajar así el telón.

Esa foto, al igual que su ahora vacío cuarto, estaban llenos de entonces.

¡Entonces fue la esquina! ¡La pícara sonrisa! ¡El perfume! ¡La primera vez!

Se acercó a la foto, intentó  recordar su insolente mirada azul.

No se fue ¡Lo retuvo! Noche a noche lo disfrutó. En silencio compartió con él una y otra cosa, recordando los escapados paseos, luego, la despedida para el discreto  e inteligente reencuentro en la casa.

¡Si! Era la foto tomada aquella noche.
La casa bullía de música y gente, muchachada por toda partes, risas y gritos, que contrastaban con el vacío de ahora.
¡Si, esa foto!

¡Descorches y champán! música, baile, gente, mucha gente.
Fue entonces que Andrés, en sus flamantes dieciocho años, y solo por broma,  para hacer divertir a sus amigos,  bailó con ella. Giró y giró hasta marearla.

¡Andrés reía! ¡Todos reían!

A partir de entonces, a escondidas por las tardes, Matilde pudo recostar su cansancio sobre los hombros de Andrés.

Sonrió, no quería descolgarla.
Recordó aquella vez, que al salir a comprar el pan, él le habló.
Luego, el dorado beso azul en el apretón de sus fuertes brazos y los altos hombros para su cansancio.

Entonces y después.

¡Después la vida!

Descolgó la foto. La retuvo por unos segundos contra su pecho.
Salió de la habitación, cruzó el silencioso vacío de la casa.
Al pasar por la sala  creyó escuchar algún susurro.
Se apoyó contra la columna que divide, la sala,  del comedor grande. Sonrió.

-¡Dale! ¿A que hora salís a hacer las compras?

¡Esperame en el parque chiquita!

Te compré estos jazmines, guardalos en tu cuarto ¡Que no los vea mi vieja!

-Andrés ¿Cómo se escribe esta palabra?  ¡Y tal otra!

¡Ya lo sé! ¡Me lo dijiste! ¡Pero ahora no me acuerdo!

-¿Cuándo tenés franco? ¿Te invito a la Milonga!
El sábado a la milonga, yo salgo primero, te espero allá  ¡Ponete el vestido azul!

¡Nunca nos vamos a separar! Le dijo aquella tarde.

-¡Me mareás tonto, de tanto girar!

-¡Andrés, andá a estudiar que hay bronca con vos! ¡Andá, en un ratito te llevo el cafecito caliente!

-¡Tomá, es para vos! ¡Es un perfume! ¡Para el sábado, para la milonga!

-¡Matilde! ¡El coche espera!

-¡Si Señora!  Ya voy.

-¡Matilde! ¡El niño Andrés, con la familia, me está esperando en la casa!
¡No debemos demorarnos! ¡El niño Andrés y mis adorados nietos me esperan!

El coche, al doblar la esquina, le permitió presentir un ángulo de la plaza.

Recordó, apretando la foto contra su pecho, cuantas veces, entre besos y  promesas,  el querido rostro de Andrés, se apoyó entre las flores de su blusa de percal.



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