"La imaginación está hecha de convenciones de la memoria. Si yo no tuviera memoria no podría imaginar". Jorge Luis Borges

jueves, 14 de julio de 2011

Carola

Una obra de mi autoría
CAROLA
(Cuentos de mi barrio)

Con todo mi afecto y admiración
a la actriz Marta Martín


Narrador:

A la Carola, le decían Pupet,  lo supimos por las malas lenguas del barrio.
Tertulias de almacén, panadería, fue en la frutería de don Alberto, que de paso sea dicho, a su señora esposa, la Diana, no  hay chisme que se le escape ¡ya ve como nos enteramos! En este barrio no hay muchas chismosas, pero que las hay, las hay, l igual que en todas partes.

Esto viene a cuento, porque la Carola, ya no tiene más inquilinos, que al Sergio.

¿Qué pasará con semejante casa? Nadie lo  sabe.
-¡eso se verá! dijo doña Susy, que mucho no la traga, por eso, que la Carola ha frecuentado la noche y los bailongos.

La casa es espaciosa, dos piezas adelante pasillo y puerta cancel, el patio grande, tres habitaciones más, cocina con dos ventanas, al fondo la piecita para cachivaches. Las dos parras, la higuera, sin contar el naranjo, y la mandarina, que están detrás de la cocina, en el patiecito para tender la ropa.

La suegra del Carlos lo escuchó, fue ella quien lo escuchó, y viste, la  vieja no miente.  La suegra del Carlos lo sabía y se fueron todas para la peluquería del Aurelio.
Allá está la Friné, vos viste como es la Friné, ella una duquesa, la que trabaja, corta que te corta, peina que te peina, tintura , claritos y demás , es la otra  pobre, la Cintia.

Dios te libre de llegar al salón del “estilista” a la hora de la novela, porque podes pernoctar en la peluquería.

La Friné tiene esa costumbre y mirá que se lo dijo:
-Friné, le dijo el Aurelio levantando el dedo índice.
-Por más que le digas groserías a ese actor que hace de malo, él no te escucha, entendelo, no podés dejar de atender a los clientes, para  gritarle guarangadas al televisor.

Pero ella, peine de cola en mano,  hace oído sordo y continúa:

-Desgraciado,  mirá que hay que ser caradura, ¡pero yo lo dije!  Se los vengo diciendo a todos ustedes.
-Ese, ese caradura no la  merece a esa pobre chica.  Grita  haciendo girar una y otra vez  el peine.

Pero ese día no, ese día, cuando entró  la suegra del Carlo, hasta apagaron el televisor.

Ella, lo escuchó.
Entre mate y mate, todas las tardes, la vieja riega las plantas, y  escuchó cuando el  Sergio, el último inquilino de la Carola, le decía:  

Sergio:-Ya, todo es igual ¿para que? Seguir ¿para qué?
-Dígame doña Carola ¿cuanto le debo? así armo el bolso y me voy.

Carola: -Andá gaita, dejate de joder, no me vengas con esa, no rompas más, quedate  aquí, no armés ningún bolso ¡dejala que se raje! ¿a vos que? Si solo te sirvió para sufrir, y lo peor de todo, es  que te tragó la  guita.

-Vení,  no pongas esa cara, dejala, ¿me escuchas? ¡Dejala!
Vos pensas que te colgó de la rama, pero no, te hizo un favor, ahora no lo ves, pero te hizo un favor.

-Vos sos rana, un pibe bien, nunca te sobraron  ¿que te pasa  ahora?
 ¡dejala!

-Che, dale, tomalo como viene,  y dejate de joder.

-Querés que te haga un guisito de arroz!? Dale, te acompaño, si te quedás, abro una  botellita ¡ chin chin ¡ Y mañana será otro día.

-Mirá, en la vida,  cuando no se puede, cuando las cosas son así, como lo que pasa con esta piba, tenés que agarrar lo mejor, y lo mejor es lo que esta hecho.
Y que es lo que está hecho Sergio, lo que está hecho es: El laburo, los amigos, la barra de la esquina y el boliche. 

-Andá, jugate un billar, y de paso, un telefonazo a la vieja, no viene mal, hace mucho que no la llamás. Pero ojito, que es un llamado a tu vieja, no una excusa para llorar.

-Dejate de macanas ¡Armo el bolso! ¡Armo el bolso!  Dale Sergio, no quieras fabricar un futuro, donde solo hubo un pálido pasado.  ¡Mejor no acordarse!

-Ya ves, le importás un rábano. Llegó ese cajetilla y te tiró la puerta a la jeta
¿ o no?... No Te preocupés...porque esa puerta la encerró a ella. No seas bola, escuchá lo que te digo. En quien tenés que pensar ¡es, en tu   vieja y tus hermanos!

-Sos joven, sano, pintón, el mundo en tus manos, el futuro te espera.
Dale,  hago el guisito de arroz y después te me vas a jugar un billar con los muchachos.

-¿Por un desengaño?  Mal que mal tenes todo  ¡y vaya! ¿te prohíbo algo? ¿te falta algo aquí? …  tenés laburo, familia, amigos.

-Te voy a contar, sentate:
Tenía  dieciocho años, cuando la vida encima se me vino encima ¡y no me puede correr! Y  nadie me ofreció un guisito de arroz, como te estoy ofreciendo yo.

-Chamuyo al berre, metejón con el flaco, entrador, y todo ese tipo de cosas que vos sabes. - Dale  vamos para el centro, me decía. -Vamos, ¡vamos para el centro! y me vine.

-Así  quemé mi juventud Sergio  ¡pero ojo! enamorada, engañada, o como lo quieras llamar  ¡pero tonta no!  Tuve mucha cintura, le puse onda a la situación  y sobre todo  ¡códigos!  Por eso estoy donde estoy.

-Vení, dale, no seas bola, sentate.
No sabés las veces  que lastré de parada en el bodegón.
¡Chamuyar y chamuyar, esperando la matina! Porque no tenía donde dormir.
Y a la matina es distinto, nadie te pregunta nada por la calle.
Muchas veces, el tano me dejaba apoliyar en la zapie del fondo, donde se guarda la mercadería.

-A pesar de eso, no me dejé asustar, no me dejé atropellar.
La sudé día a día. Y si a mi, no me cabía el punto ¡no se hacía el negocio!  Y listo. La ligue, claro que la ligue, y vaya si la ligue, pero jamás le di el gusto.

-Vida rea, pero poco a poco,  se fue arreglando. La que no se arregla es la vida rea a la que ella te estaba llevando. ¡Te endeudaste  creyendo que la ibas a se más feliz!
¡Pero no! ¡no seas tonto! si casi perdés el laburo por esa aventura.

-Una matina, me tomé el tren, y me rajé para ninguna parte. Busqué mi destino, uno mucho mejor, que estar con él. No acepté ningún ofrecimiento a cambio de mi libertad.
¡Y si! me equivoqué una, dos, tres, cien veces, pero salí adelante, la jugué a mi  forma, con mi propio equipo. No me vendí,  no lloré, me la banqué.

-No tenés idea, cuantas veces en el ruidito en la panza.  Pero los dejé con las ganas, no me vendí ¡Siempre me pagué yo el morfi! ¡Jamás permití que me lo pagaran! 

-¡Sentate un poco! ¡Dejá de caminar escuchá, vení!…

-Fue para un fin de año, y eso para nosotras es triste. Siempre buscamos donde escaparnos.
Aunque, yo nunca me escondí ni nada de eso. ¡De frente y vamos! Y si me golpeaba, sana, sana, colita de rana ¡y adelante!

-Pero no todos somos iguales. Una de ellas, fue la Lucrecia, te voy a contar de la Lucrecia.

-Dos o tres días antes de fin de año me dijo: -¡Dale Pupet! ¡Vamos! ¡Va a estar bueno, vamos!
¿Donde querés ir? Le dije-
-Dale, vamos a cenar juntas para año nuevo,  y pasamos un buen momento.
Vamos  al barco,  luego hay fiesta, champancito, baile y todo lo que sigue.

-Barco…ja ja ja. Ella imaginaba el Conte Rosso ¡pero no! el  barco, era  una chatarra de esas oxidadas, que dos engaña giles, le blanquearon la cara, una pinturita así nomás, enceraron un poco el piso, unas cuantas mesas por aquí, otras tantas por allá,  lucecitas,  cuatro músicos y ya está.
¡Cena show esperando el nuevo año!  ¡Categoría y distinción!

-Cuando la vi llegar,  llena de lentejuelas, tacos  aguja, que apenas podía caminar, pollera cortona. Se había hecho un estrafalario peinado,  no sabías en que momento el carpincho saldría de su cabeza ¡Que bruta esa mujer!

-Mirá, estábamos cenando. Ella  comía su pollito a la crema.
 Acercándose el  mozo le dijo: -Señorita, el señor de rulos, ese que está sentado junto al a columna, desearía cenar con usted.

-¡No lo podés creer Sergio! por eso te lo estoy diciendo, escuchame bien ¡no lo podes creer!  Con la pata del pollo en la boca. Puso la botella de vino debajo el brazo, la servilleta sobre el hombro, con la otra mano agarró la fuente y se fue a cenar con el tipo ¡me dejó de dorapa a la mesa! y se fue a cenar con el tipo.
Hoy, vieja y sin un mango, está llorando en una pieza ¿entendés Sergio lo que te quiero decir?  Dejala, dejala  que se vaya.

-A mí jamás me pagaron la cena, nunca deje que me la pagara ¡mi servicio era otro! Me garpabas, y yo elegía donde  y que comer.

-He conocido cotorros bien puestos y tipos con guita de verdad. Los atendí igual que a cualquier otro. Para mi era un laburo más.
-Jugué de frente, a mi forma, cuidé la pintuza cuando hubo que cuidarla, pero…

-El tiempo pasa Sergio, nunca fui tonta ¡y menos, desubicada! El boliche estaba con visitas, minas jovencitas, mucha pintuza. Vos te dabas cuenta que no venían a bailar ¡las traía el ragú! ¡Y muchas, muchas ganas  de salir de esa vida!

- No hacía falta mucha inteligencia, para darse cuenta que, ya era hora del piante ¡y me pianté!  Aquella noche, besos, abrazos, buenos deseos, ¡mucho gusto! ¡Doblé la esquina! ¡Su ruta,  y aquí estoy!

-Con la guita que junté, laburando día a día, compré esta casa. Se coser, lavar, planchar, y con eso me voy a arreglar. Hoy, estoy en paz en esta realidad.
Sos el último inquilino ¡Siempre tenemos un último inquilino!
Sabés que no me obligaron, todo lo hice porque quise, porque estaba convencida que así lo quería. No estoy sola ¡estoy conmigo Sergio! Estoy con  mis cosas y mi vida  ¡fue mi decisión!

-El Agustín me daba vuelta el bocho. Me hizo sentir cosas que jamás volví a sentir,  Pero fue allá,  en mi juventud. Y un día, también su ruta, apretar los dientes y seguir para adelante.

Nada hice nada porque me dijeron o me obligaron. Supe distinguir entre lo bueno y lo malo, todo lo hice por mí, entendés, y si perdí, perdí por mí. ¡No estoy sola porque me abandonaron, yo lo elegí!

-Jamás  en mi vida,  retuve a nadie, y hoy, no sé porqué  trato de retenerte.
¡Sí que lo sé! Trato de retenerte, porque sos un pibe que dejó todo. Llenó su bolso con esperanza y salió a la vida , buscando algo mejor para su familia.
-Agarraste lo poco que tenías  y te viniste. Laburaste como un animal de carga
¡te vi! ¡Te juné día a día!
Sos el muchacho  que vive en la pieza del fondo, y a pesar de eso  ¡Sos el futuro, la esperanza de todos nosotros!
Sos joven, tenés los brazos fuertes, la mirada franca ¡adelante!

-¡Te cagó una mina! ¿¡Y qué!? ¡¡¡Qué importa!!!

-Ahí tenés la camisa a  cuadritos, recién te la planché ¡ni te habías dado cuenta!

-Haceme el favor, comamos el guisito y andá, andá a  jugarte un billar, pero eso si  ¡no te olvides de hacer ese llamado a tu vieja!



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