“DESANDANDO AMANECERES”
(Monólogo para un gurí enamorado)
En la casa de Corrientes, Buenos Aires, escuché por primera
vez el bello tema de Mateo Villalba y Goyo Hanson “Florinda de Enero” Inmediatamente, escribí estas líneas inspirado en él.
“La avenida, ese recto camino que lleva al adiós,
finaliza en la terminal de micros.
Una a una, se encienden las luces del paisaje, en el
somnoliento atardecer, que deja presentir la noche no deseada”
Roque Vega
Personajes:
Juan: Joven de veinte años. Empleado del almacén.
Ramón: Unos años mayor que Juan, amigo y compañero de trabajo.
Don Camilo (Voz en Off): Dueño del almacén
Acción:
(Derecha e izquierda del público)
En la trastienda de un almacén de pueblo.
A foro, perdida entre bolsas y cajas con mercadería, una ventana.
A la izquierda, casi en proscenio, una destartalada mesa cubierta por cajas de varios tamaños. Junto a esta, tres sillas con asiento de paja.
Está anocheciendo.
Juan: - (Está mirando a través de la ventana. Gira, se acerca a la mesa donde Ramón está ordenando mercadería. Y, como quien continúa una conversación apenas interrumpida, se acerca a la mesa)
-Ramón, fue así. Con las manos apretadas recorrimos el camino.
Ambos lo percibimos, flotaba la sensación del prolongado abrazo, antes de bajar deifnitivamente esos escalones.
-Llegamos, dijo.
Y sin más bajé del coche, alcé la maleta.
Nos miramos un segundo, de, no sé, cuanto tiempo,
“Recuerda, paisaje orillero,
quemaba la siesta, dejabas mi pueblo”
-Miles de imágenes, sensaciones, recuerdos, (tocándose el pecho), y esa lejana acordeona que no cesaba de sonar.
-Apretándome las manos me dijo:
-Tal cual lo pactado gurí, sin palabras, lágrimas ni emociones.
-Así la vi desaparecer rumbo al micro.
Don Camilo: - (Voz en off) ¡Juan, hay que llevar dos pedidos enseguida!
Juan: - ¡Un segundo don Camilo! ¡ya voy!
(Retoma la conversación)
-Después, después Ramón, desandé el camino que unos minutos antes hiciéramos juntos.
Ya era noche, (vuelve a tocarse el pecho), flotaba en cada rincón la cadencia de la acordeona, en la recurrente melodía que de pronto se me antojó lejana, como si ya hubiese pasado mucho tiempo.
Don Camilo: - (Vos en off) Juan, ¡se viene la lluvia! ¡apurate gurí!
Debemos entregar los pedidos.
Juan: -(Fastidiado) ¡Ya voy Don Camilo! un segundo.
(Acercándose a Ramón)
-Despacito regresé a la casa, era mi primer encuentro a solas con todas las calles largamente recorridas. Sonreí al cruzar frente al boliche del Rogelio. ¡Cuantas charlas en las tardes de sol! Las noches de bailanta en el patio , y esa enredadera, que nos espió abrazados tantos amaneceres.
(Breve silencio. Con énfasis)
-Sonó el celular, dudé en atender. Nuevamente sonó, era Don Camilo. Me necesitaba urgente. Me vine para aquí, mejor pensé ¡si mejor!
(Remarcando la acción)
-Trabajé y trabajé. Traté distraerme con una y otra cosa.
Ayudé a Don Camilo hasta bien entrada la noche. Ni una palabra, ni me preguntó ni le conté, pero, a pesar de eso, no sabés, mi mente retornaba al mismo lugar, buscaba la imagen, y el ya lejano perfume.
“La Tarde olía a poleo…”
-Me reí, me reí buscando no sé que cosa, (Señalando), me asomé a esa ventana. A lo largo de la noche, titilaba una y otra luz en la lejanía.
(Acercándose cara a cara)
-Suavemente se deslizó el melancólico chamamé. Flotaba en el vacío del no realizado sueño, del lento atardecer.
(Con énfasis)
-¡Estuve a punto!
(Más suave)
-Por dos veces intenté llamarla. Escucharla por un segundo. Marqué y corté, una y otra vez. Finalmente decistí.
-Ahora Ramón, tengo la inmensa necesidad de contártelo.
Grillos, chicharras y aroma de jazmín, acompañan mi insomnio, alimentando la tonta creencia, que, la gurisa anda por aquí.
“Siempre hay regreso al tiempo primero…”
-Sonrío confundido en la quejumbrosa acordeona que la trae y la aleja, en cientos de vaivenes.
(Cruza sus brazos sobre el pecho)
-Lo tarareó, tarareó ese chamamé mientras me abrasaba, allá, antes de subir al micro.
(Con énfasis)
-Ramón, mirándome a los ojos entonó la última estrofa.
“Recuerda,
Corrientes reía, laguna y zandía…”
-Lo susurraba, la abracé muy fuerte entre mis brazos, quise retener el río, la luna, los esteros, el palmar ¡Y todas las noches de este verano embriagadas de jazmín!
-No tiembles, dijo mientras acariciaba mi rostro.
-Mi gorrión, el mismo temblor en el brillo de tus ojos, como aquella primera vez.
“La vida cantaba, la vida crecía…”
(Alejándose hacia la ventana)
-Sabés Ramón, ya no soy el mismo, este tiempo me tranformó, y lo bueno de esta situación. De este doloroso silencio que aun no ha comenzado, es que, el río, la luna, el palmar y los esteros, quedaron allá. ¡Y yo! debo seguir sin la gurisa ¡Así! de frente, cara a la vida.
“Enero moría de pié en mi provincia…”
(Juan, se acerca a proscenio, sobre el lado derecho. Queda enfrentado a Ramón. Entre ambos, a foro, la ventana)
-En cuanto termine esta noche, llegará mañana y regresaré al trabajo, nuevamente la noche, y el regreso a casa, en otra interminable espera de ese tiempo de verano.
(Exaltado)
-Cuando la gurisa y el gorrión, remontaban el barrilete de la luna, para acurrucarla sobre los naranjos.
Entonces ¡Entonces brotaban canciones de mi guitarra!
“Recuerda, Corrientes reía,
la vida cantaba, la vida crecía…”
-Tengo que hacer lugar para el universo que me dejó. Cubrió mi vida, mis sueños y cualquier esperanza.
(Más calmo)
-Cuando llegó la gurisa, fue encender la luz sobre un lugar que ha permanecido gris durante años, y uno, se acostumbra tanto a vivir de esa forma, que finaliza creyendo que así debe ser, pero no.
Ella me enseñó a distinguir la luz, me llevó de su mano hacia el camino de mi propio descubrimiento, me ha hecho sentir fuerte, aun en los momentos de más debilidad.
(Breve pausa)
-Inolvidable tiempo de verano, ¡comenzaba el verano cuando la conocí!
“Recuerda mi dulce Florinda
enero moría allá en mi provincia…”
(Con énfasis)
- Ese día, Don Camilo me llamó. -Venite Juan, venite urgente para el almacén, hay que hacer por aquí. ¡Venite ya gurí!
( In crescendo)
-Baje del coche, apresuré los pasos ¡estaba allá! parada sobre el tercer peldaño de la escalera, no pude dejar de mirarla, me sonreía.
-Después, después, ya sabés.
“Recuerda , paisaje orillero,
quemaba la siesta , dejabas mi pueblo…”
(Brevísima pausa. Se acerca a la ventana)
-Ramón, ¿sentís el chamamé que gira y gira, recordando su perfume? Es así, viene todas las noches para acariciar mi insomnio. Mientras el reloj tic tac tic tac marca el tiempo y los espacios.
¡Todos los espacios recorridos! su voz, su risa, ¡giran y giran en cada rincón de la madrugada!
“La tarde olía a poleo…
un primer te quiero, dormía en tu pelo…”
(Silencio)
-No sabés, esa noche, cuando la dejé en la terminal, aceleré y aceleré, crucé la ciudad tan rápido como pude, (Señalando), sabía que allá, aun estaba el micro.
“Recuerda Florinda de enero,
la casa de blanco, los sueños puebleros…”
-Cuando finalicé el trabajo, di una, otra y otra vuelta, acomodando y reacomodando cajas, bolsas, mercadería, hasta que finalmente, decidí no prolongar más el encuentro con la realidad.
“Tu nombre Florinda hará florecer
los sueños que un día vimos crecer…”
(Se sienta junto a Ramón)
-Cientos de imágenes, se cruzaron cuando abrí la puerta.
La gurisa, fue esa persona que, por el solo hecho de estar, llenaba mi vida.
Junto a ella, comprendí que todo lo anterior fue nada, todas aquellas experiencias, solo tonteras y pasatiempo. Nunca antes había sido yo, esta vez aprendi a serlo.
(Afirma, recordando el nombre que ella le daba)
-¡A pesar del temblor, el gorrión voló y voló!
“Enero moría de pie en mi provincia,
Recuerda, paisaje orillero…
Quemaba la siesta…dejabas mi pueblo”
Don Camilo: -(Vos en off) ¡Juan! ¡Que lento estas hoy gurí!
Juan: - (Haciendo un gesto de molestia) ¡Este Camilo que jode!
(Explica, a Ramón el porque está en la trastienda)
- (Señalando su celular) La gurisa prometió llamarme ¡por eso ando por aquí!
(Se levanta de la silla, camina unos pasos, gira)
-Esta llamada, será una tregua para la ausencia, me hará reír con sus ocurrencias y bromas, estoy seguro, no le dará importancia a la distancia. Será tan contundente, que me convencerá, que este abismo ente los dos no existe.
-Muchas veces lo repitió, señalando el camino bajo el solo de la siesta.
¡Gorrión, no mirés hacia atrás. Si hacés eso, no verás el camino,
¡La vida, está adelante!
(Pausa, con un dejo de sonrisa)
-Ya sé, un día todo esto será recuerdo.
Seguro, un recuerdo que me hará sonreír, entibiando alguna fría tarde.
“Recuerda…
siempre hay regreso al tiempo primero…”
-¿Donde estará? es que, se desdibujó la tarde y la necesito.
(Cruza los brazos sobre el pecho)
-Ese chamamé, (golpeándose levemente el pecho con las dos manos), invade este lugar.
La última frase la tarareó lentamente.
Y ahora, gira aquí. Recuerdo, recuerdo que anduvimos descalzos, sobre todo los los amaneceres del verano...¡¡¡Esos, que ahora debo desandar!!!
“Recuerda, corrientes reía….
zandía y laguna tu piel me quería…”
-Cuando preparó su maleta me dijo:
-No proyectemos nada, no digas nada gorrión, no lo hagamos más duro de lo que es.
No quiero una absurda cita en el boliche de cualquier esquina, porque siempre ¡recordalo gorrión! ¡Siempre, sabré donde encontrarte!
(Con énfasis)
-Ramón, se ha perdido quien sabe en que distancia, ¡y ese chamamé! ¡Ese chamamé! (señala el pecho) ¡continúa cadenciando!
“La tarde moría de pie en mi provincia”
-Ella cree que me quedé, pero no ¡me fui con ella!
Esa tarde, el gorrión se fue con la gurisa. Estoy en cada una de sus miradas, en su sonrisa, en el sonido de su voz.
¡No me quede! Ramón ¡Solo estoy!
“Recuerda, paisaje orillero,
quemaba la siesta, dejabas mi pueblo…”
Don Camilo: - (vos en off) ¡¡¡Juan!!!
Juan: - ¡Ya voy don Camilo!
¡Escuchaste Ramón! No me quede ¡Solo estoy!
(Con bronca)
¡Y ese Camilo, que jode con las entregas!
(Regresa al tema)
-Quisiera que fuese mentira Ramón, ella lo dijo, el futuro es posible.
Y no puedo imaginar estas calles sin la gurisa, no sé andar solo, sobre los amaneceres que ahora me obliga a desandar.
(Angustiado, casi en un grito)
¡Como olvidar ese chamamé! si gira y gira, o acaso Ramón,(tocándose el pecho), no sentís como gime la acordeona.
“Recuerda, callada inocencia…”
(Más pausado)
-Me ha dado todo, pero no me enseñó como se olvida.
(Con fuerza)
-Decime Ramón ¿¡como hago para desandar los amaneceres, sobre los cuales aprendí su nombre!?
Don Camilo: - (Voz en off) ¡Juan! ¿¡Para cuándo!? ¡Estás remolón! ¿Que te pasa? ¡Aquí están los pedidos esperando! ¡Que lento que estás hoy! ¡Despertate Juan! Vamos ¡vamos se ha hecho noche y hay prisa!
Juan: -Ya voy ¡Ya voy!
(Juan va hacia el almacén. La escena en azul. El tema invade la sala)
“Recuerda mi dulce Florinda,
enero moría de pie en mi provincia.
Recuerda, paisaje orillero, quemaba la siesta, dejabas mi pueblo…
Recuerda Florinda de enero,
la casa de blanco los sueños puebleros…”
TELÓN RAPIDO
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