"La imaginación está hecha de convenciones de la memoria. Si yo no tuviera memoria no podría imaginar". Jorge Luis Borges

domingo, 14 de agosto de 2011

El chico del teatro

EL CHICO DEL TEATRO
(Memorias de mi cuaderno)

Me contó la historia de su  familia,
cuatro generaciones viviendo dentro de un teatro, quedé fascinado.
Escribí estas líneas, intentando reflejar esa inmensa experiencia de vida.
He llegando a la conclusión, que, estoy absolutamente de acuerdo
con el pedido del periodista.

Roque Vega

Los grandes carteles anunciaban el estreno, varias veces posó la mirada sobre ellos.
Infinitos recuerdos cruzaban su mente. El estreno, tantas veces postergado, finalmente había llegado.

Esa tarde, al salir de su oficina, se dirigió directamente al camarín.

Dejó los guiones  sobre el tocador. El espejo le devolvió  la sonrisa. Acomodó su camisa y se dirigió, a través del pasillo de los palcos, hacia el boliche del teatro.

Con su gesto habitual saludó  a los actores, que, allá, cerca del mostrador habían juntado  tres mesas.
Conversación  llena de expectativas, sugerencias puntales y muchas ganas de disfrutar el momento tan deseado.

-Haremos un repaso de las escenas finales del primer acto, ajustaremos detalles, les comentó mientras bebía el café.

Acomodó  dos sillas, tomó distancia verificando  que todo esté en orden.
Girando,  señaló  la cabina, ordenó el encendido de las luces.
Su asistente, aceleró los pasos hacia el fondo de la sala. Desde allá vería  la escena. No quería  perder, el más mínino detalle.

Desde el fondo de la sala lo vio ir hacia el control de sonido.
Ambos sabían de la larga espera, del inmenso caudal de sueños puestos en este día.

Un segundo después, el director entró al escenario hojeando el libreto.   

Con una seña preguntó al asistente, si todo estaba en orden.
-Todo en orden, respondió este, desde el fondo de la sala.
Agradeció, luego se acercó al proscenio, por un segundo creyó escuchar voces.

Nació y se crió ahí, entre esos palcos, cientos de veces corrió por la platea.
Se lo conocía como, el chico del teatro.
Miró cada rincón de la sala, queriendo redescubrirlos.
Al alzar la vista, comprobó que tía Luisa le sonreía.

- Comencemos,  ordenó.
-¡Ustedes dos por aquí! Un tanto más cerca de la mesa, y  más allá, a la izquierda de la escalera.

-Vos  junto a él, deben estar siempre entre estos elementos.

Bajó del escenario, caminó hasta la quinta fila. Se sentó junto a la actriz.

Nuevamente, su mirada se perdió entre los frescos de la cúpula.
Se levantó, mientras se acercaba al escenario, pidió a la cabina que pintara de azul la niebla.

-¡Quiero más magia!  ¡Esto es teatro!  
¡Magia! eso tiene el Teatro, uno puede caber en los  ínfimos lugares, puede estar  en la vida de otro, y ser,  ser muchos otros, aunque no estén…

 El actor, acercándose a la mesa comenzó el parlamento: 

- “Beluver, vivía lejos de su trabajo…
-Hasta la primera parada de ómnibus tenía que recorrer largas cuadras…”

Nació y se crió  ahí, cuatro generaciones sobre este escenario… Una y otra vez cruzó la imagen de su abuelo Tito…
-¡Tía Luisa! los rezongos de tía Luisa:

- Podrías quedarte quieto por un segundo…

-¡Contestatario por naturaleza!

-¡Por Favor! ¿Podrías quedarte  un segundo tranquilo?


Cubierto por el azul  de las sombras,  el actor continuaba:

- “Por supuesto que este no es un drama personal de Elías Beluver…”


Cambio de luces y todo giró hacia al magenta.

-¡Viene Moris! ¡Que bueno! Mi ídolo está aquí,  lo tengo junto a mí.

Horas pasaba tocando la guitarra.  Cantaba, cantaba y componía, sonrió.

El actor, apoyado a la mesa continuó:

-“A esa hora de la mañana, es el momento siniestro en que, gran número de espantados empleados corren a diversos sitios con miedo de llegar tarde…”

¡Golll!  ¡Dale!  ¡Pasala!   ¡Te lo dije! ¡No ves que sos un pata dura!

¡Todo bien! Si, después en el boliche del teatro, una cerveza.

El actor se desliza  entre la  bruma  del escenario.

¡Piedra libre para Mario!   Te vi, estas ahí, detrás del mueble, ja ja ja…
¡No vale, yo llegue primero!
-Dale, yo cuento hasta diez…

¡Siempre  con gente!   Es el milagro del teatro.

Corrían por el escenario, cuando mamá trajo la torta… ¿cuantos cumplía? 
Presintió que desde algún lugar entraba  viento.

Anoche, hace apenas unas horas,  lo comentó frente a las cámaras:

-          Este fue mi sueño, poder aportar ideas, enriquecer en todos y cada uno de los niveles, la vida cultural de esta ciudad, ir, una y otra vez a todos esos rincones donde no es factible que llegue el teatro.
-          Llevarle, a cada uno de ellos, un puñado de magia, alegría, conocimiento,  contarles que la vida tiene todas estas cosas, y que voy hacer lo posible para que lo aprendan y disfruten.

Sobre el escenario, los actores aceleraban el ritmo dramático, de la escena  final del primer acto.

-¡Que buena! ¡Dale otra vez! ¡Está muy  buena esa canción! ¡Si,  aquí cambia la tonalidad!

-¿Por qué? ¿Por qué tengo que callarme… si tengo razón? Mil veces lo dijo ante quien  quisiera oponerse a su verdad.

Luces, humo, efectos  y el final del primer acto.

-Mientras tenga fuerzas, voy a luchar  para que esta ciudad se destaque en el ámbito cultural… lo repitió varias veces durante la nota.

Pablo y Mario lo corrían por el escenario, intentaban agarrarlo, el reía.  
Lo cruzó una y otra vez, en el instante  de muchos años.

-¡A ver vos!  dijo  levantándose repentinamente.
-¡Un tanto más allá! decilo con más fuerza.
-¡Se cae! ¡No lo sostenes ¡ ¡Por Favor!   ¡Con más fuerza!

Se lo contó al Periodista: -Ellos, laburaban mucho, me crió tía Luisa... Mamá bailaba… Papá múltiple  ¡los admiro!

En ese instante cruzó por su mente, la vez que dirigió aquel Benedetti. 

Cuatro generaciones juntas, en el final de este primer acto.

Las voces se agigantaban desde el escenario:

–“Yo estoy convencida de que si todos los empleados se levantaran 10 minutos antes, pronto serían patrones…”

Tía Luisa y el abuelo Tito, lo saludaban desde el palco junto al escenario.

La Sala colmada de público. Es el instante en que todo se aquieta.

Acercándose, el periodista le dijo:

-En la nota,  he incorporado apenas unos detalles.
-La historia  la debe contar Usted.  No me corresponde a mí, yo la veo desde afuera, 
-Ud. conoce el sonido de un domingo por la tarde, en medio de la  silenciosa sala.

-Ud. soñó  tocando la guitarra ¿o no escribió sobre  rock?

-Ud. jugó al fútbol queriendo ser un crack ¿O no es verdad?

-Es patrimonio suyo, el haber convivido con cada uno de los artistas que  pisaron este escenario.

-Yo lo veo desde afuera.
-Ud. compartió  cien anécdotas desde la cabina de control. Anécdotas y más anécdotas, recorriendo la sala como acomodador, telonero, tramoyista  y mil experiencias  más junto a sus seres queridos. 

-Ud. Sabe reconocer el eco de los aplausos, cuando luego de la función, se transforman en recuerdo.

-Yo no puedo, Ud. nos debe esta historia, que por cierto, no es común.

-Ud. debe mantener viva  la experiencia  de estas generaciones, conviviendo junto al alma de un teatro.

Dándole un efusivo abrazo, el periodista se retiró hacia el palco de la prensa.

Los actores  continuaban  sumergidos en  la acción.

- “Todos vosotros sois gente de bien y de trabajo.
Y esos ahorros los guardás para cubrir riesgos de una vejez desvalida.
Ahora sois jóvenes. Pero mañana esa suma ahorrada, será preciosa.
Será el socorro y la seguridad”

La sala colmada de público. Noche de estreno, si, los carteles lo anunciaban.

Sobre el escenario está  el chico del Teatro, va y viene dando las últimas indicaciones.

Se le  acelera el pulso, ahora, todo es penumbra, la magia coquetea con los recuerdos.

Si, están todos, no faltó nadie, lo soñó, lo soñó tantas veces, que se hizo realidad.

-¡Por favor!
-¡Azul! ¡Todo azul! luces, humo, magia  ¡quiero magia!

Silencio…3…2…1

Sonrió, sonrió mientras subía el telón.

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