"La imaginación está hecha de convenciones de la memoria. Si yo no tuviera memoria no podría imaginar". Jorge Luis Borges

lunes, 5 de diciembre de 2011

Monólogo de Lina

 

MONOLOGO DE LINA



(Don Manuel, ha huido del pueblo luego de un bombardeo. Ha perdido a su mujer, ha quedado solo con sus tres hijos.
Llegó a Buenos Aires en los primeros 40.  Es el dueño de la panadería del barrio.
Catalina (Lina) su hija mayor, ha debido hacerse cargo de los hermanos menores,  del cuidado del padre, y todos los quehaceres relacionados con ellos.
Lina, siente como cualquier muchacha de  diecisiete años.
Alguna vez presintió el amor, pero, sus obligaciones y las circunstancias no le permitieron continuar.
Agustín, ese muchacho del barrio, se le ha quedado prendido en el alma y la mente.
Han pasado muchos años, desde que Agustín se fuera del barrio.
En la narración encontramos a Lina, comentando a su vecina, el porque, ese hombre, Agustín, está viviendo en su casa)

LINA

(A la vecina)

…¡Que va a ser mi marido!    ¡Es el Agustín!... ¿Te acuerdas, mujer? El que vivía  al lado de la carnicería ¡la casa con pasillo largo! ¡El rubiecito alto! 


¡Todos los sábados la misma historia! ¡Él y sus amigos venían a jugar aquí, justo a la puerta de casa! ¡Te imaginas mi padre! debía regresar al negocio, era lógico, ¡quería descansar un rato!

Nomás llegaban ¡Y ya  salía a correrlos!

(Imitando a su padre)

¡Hostias! ¡Otra vez aquí!  ¡No tienen otro lugar! ¡Mira que es grande el barrio!

¡Aquí se duerme la siesta!  ¡Me vuelven loco!

(Imita a Agustín)

¡Déle don Manolo!  ¡Si no hacemos nada! ¡Siempre nos reta!

(Regresa a Don Manolo)

¡Esa pelota! ¡Esa pelota! ¡A otro lado  con esa pelota!

(A su amiga)

¡Eran muchachos!

(Breve silencio. Como quien habla con uno mismo)

¡No!  ¡Agustín no es mi marido! ¡Que va a ser!

(Con ganas)

¡Alguna vez anduvimos ligados! ¡Hace mucho tiempo! Unas semanas nomás y luego ¡cada uno por su lado! ¡Y todos para su casa! como decía mi padre.

(Afirmando)

¡Yo no tenía tiempo para novio!

¡Trabajaba todo el día! ¡Corriendo  a la panadería! ¡La casa encima mío!
Luego ¡buscar a mis hermanos a la escuela, darles de comer, las tareas! 
¡A mi padre lo tenías que atender! ¡Él siempre impecable! ¡Tú lo has visto!

(Acercándose)

¡Si sobraba un rato,  era por milagro! (Énfasis) ¡Que novio iba a tener!

(Asegurando)

¡Claro que si! ¡Me hubiese gustado! ¡Pero él se enamoró de  Lucía!

(Interno)

Luego se mudó, allá, al otro lado del parque ¡No lo vi por mucho tiempo!

¡Fueron años silenciosos para mí!

(Explicando, lo que ella supone un justificativo)

Pepa y Jorge crecieron. ¡El colegio, historia, geografía, matemáticas, esos triángulos y cuadriláteros, los mapas y los lápices de colores! ¡Luego los viajes de egresados!
¡Esa edad difícil! ¡Los bailes, noviecito y noviecitas! ¡Niñadas! pero tu sabes ¡hay que cuidarlos!
¡Jorge con la pelota,  la guitarra y los amigos! ¡Me enloquecía!... luego la facultad. 

Pepa finalizó primero sus estudios.
¡Embriagada  por las anécdotas, que  día a día  contaba  mi padre, se fue a Galicia! ¡Y allá está,  se casó y todos felices!

¡Jorge con su mujer y sus hijos!  Instaló un estudio  alejado de la ciudad.

¡Luego lo de mi padre! ¡Y de pronto me quedó grande la casa!

(Resignada)

Pasaron los años.  ¡Agustín y yo, deambulábamos por el desdibujado e inmenso borde de lo cotidiano! ¡Uno allá y el otro aquí! ¡Y así encanecimos!

(Con ganas)

¡Mira! un día necesitaba comprar unas telas ¡me fui para el otro lado del parque! 

¿¡Puedes creerme!?  ¡Lo encontré!

(Francamente)

¡Algo me dio! ¡Claro que me dio! ¡Me hice la tonta!

Se acercó, me saludó,  ¡me miraba con esos inmensos ojos, como cuando era muchacho!

(Imita la conversación)

-¿Cómo estás Lina?

¡Que placer verte, Agustín!

-¡Cuanto tiempo no!

Lo  mismo digo ¡Ando por aquí en busca de unas  telas!  ¡Voy a la sedería del Don Victorio!
(Retornando a Agustín)

-¡Te acompaño! ¿Querés? 
(Indiferente)

Bueno, si quieres ¡total, ir, tengo que ir! ¡Y la vereda no se gasta!
le respondí.
(Deja asomar sus emociones)

¡Mirarlo! ¡Tenerlo junto a mi, era hundirme en todos los tiempos juntos!
¡Despertar cosas viejas, rompiendo largos silencios!

(Toma a su vecina como cómplice)

¡El baile! ¿Te acuerdas? ¡Aquel, en casa de Susana! 
¡Esa noche nos besamos, así, de escondido!
¡Tímidos besos de Agustín a la gallega de la panadería!
¡Bailamos abrazados!  ¡Luego, él tomó un jazmín de la enredadera y lo colocó en mi cabello!

(Afirmando)
¡Si, era guapo, Agustín!

(Por un segundo desvía la conversación)

¡Te estoy dando tanta charla, y tengo que terminar de barrer  la vereda y el patio!
¡Mira  esas hojas! ¡Ya comienza la época y no doy abasto! ¡Levanta que levanta, lo que ayer fue verano!

(Continúa la narración)

Te decía ¡Esa noche, la del baile! ¡Mucha palabra, mucho beso! ¿Y luego qué? ¡Tú lo sabes! ¡Se fue con Lucía!
¡Solo quedó el roce de sus labios y el jazmín en mi cabello!

(Retorna a Agustín)

-¿Querés tomar un café antes de ir a la sedería? me dijo

(Justificándose con la amiga)

Yo que perdía ¡sí, le dije! ¡Pero  no bebo café! ¡Si quieres me convidas con una gaseosa!

(Retorna a Agustín)

-Todo bien, Lina ¡dale, vamos!
(Confidente)

Cuando estuvimos a la mesa del café, ¡Me di cuenta que estaba anocheciendo, debía apurarme!

Trajeron lo pedido. (Retorna a Agustín) ¡Llevate el azúcar! le dijo al mozo, ¡estoy muy bien acompañado, hoy no necesito azúcar! 

(Con algo de nostalgia)

Sonreí ¡El aroma de aquel jazmín retornó a mi mente!

 (Segura)

¡Tú has visto! ¡La realidad, no se puede  tapar! (Enumera) ¡Le vi  una arruguita aquí, otra allá, abundante canitas, algo de pancita!

(Retorna de manera cómica a Agustín)

-¡Ya no corro tanto! ¡Hago algo de bicicleta!  ¡Ahora poco deporte! me dijo.

 (Mezcla sentimientos)

¡Quise reír, pero callé! ¡Una es una dama!
¡Tú eres una mujer, como tal debes comportarte,  debes guardar siempre la compostura! Mi padre me lo repetía a diario.

(Con rabia, sin demostrarla)

¡Siempre guarde la compostura! ¡Por mi padre, por mis hermanos, por lo de aquí y lo de allá! ¡Y finalmente mira!  ¡De tanto guardar la compostura, me quedé aquí barriendo el patio, transitando la ordenada quietud de esta casa, llena de recuerdos, que ya, no se parecen a nada!

(Retorna a Agustín)

-¿Si el sábado vamos al cine?  Me dijo

(Con fuerza y seguridad)

¡Mira Agustín! le respondí- ¡parece que el tiempo ha pasado! ¡Y sino, mírame!

¡Ni tú ni yo somos aquellos! ¡Eso ha quedado en el álbum de Susana!

(Remarcando)

¡Aquel tiempo está guardado en el álbum de Susana!

(En tono confidente)

Sonrió ¡no sabes,  la misma sonrisa! ¡Quise levantarme y caminar de prisa… ir ya a lo de Victorio y correr rápido para casa!

(Retorna a Agustín)

-¿Querés o no? ¡Dale, vamos al cine, Lina!

(Con seguridad y firmeza)

¡Mira Agustín! ¡Se hizo noche, tengo mucho trabajo, y si no trabajo no como!
¡Además! ¡Un día te fuiste! ¿Te acuerdas?
¡Yo estaba a la puerta de casa mirando el camión, y te fuiste Agustín!
¡Te fuiste con aquel beso, junto al jazmín y toda tu adolescencia puesta!  ¡Esa! ¡Que ya dejaba presentir al hombre!

¡Ese día! ¡Cuando el camión dobló la esquina, quedé mirando! ¡No sabes el silencio del barrio! ¡Esa tarde Agustín, esa tarde, no hubo futbol!

(Como diciendo: ¡pamplinas!)

¡Pero, pensar en eso, es hacer resucitar las sombras!

(Decidida)

¡Gracias por la gaseosa! ¡Un placer haberte visto! ¡Se me hizo tarde!

Y me fui.
(Confidente)

¿Tú puedes creer? ¡Me siguió!

(Retorna a Agustín)

-Lina, es que todos esos años ¡yo mantenía la casa, la vieja, el pibe y esa mina que me trastornó! ¡Me hizo olvidar todo!
(Segura)

¡Mira agustín! ¡Me  ha costado mucho! ¡Que va, no ha sido fácil! ¡Pero aprendí, aprendí a curarme de ti! ¡Y ahora, no quiero volver a enfermar!

(Dando por finalizada la conversación)

¡Buenas tardes! ¡Hasta la vista! ¡La película ha finalizado!

(Retorna a Agustín)

-¡Lina! ¡No sabés las veces que te pensé  durante estos años!

(Segura)

¡Mira Agustín! ¡La historia la llevamos puesta! ¡No hace falta que tu me la recuerdes!

(En tono amistoso)

Se quedó parado  ¡caminé unos pasos y lo tenía  nuevamente junto a mí! me dio un papel con su teléfono.

(Retorna a Agustín)

-¡Llamame!- me dijo -¡Llamame gallega,  si necesitás algo, llamame!

(Como diciendo: Yo no he tenido la culpa)

Y fue cuando  Betty ¡tú lo has visto!  ¡Ella siempre con esas cosas!  ¡Vino a verme y me dijo: ayúdame por favor Lina, tenemos que hacer la kermes en el Club, es para los niños, en beneficio de la escuelita! 
¡En ese momento se me ocurrió!
¿Y si llamo a Agustín, para que nos ayude?

(Con excitación)

¡En dos días armamos el stand!  ¡Lo llenamos de muñecos,  de cosas para los niños!  Agustín iba y venía con  paquetes.

(Como diciendo: ¡Fíjate lo que ha ocurrido!)

¡Mira como se acordó! ¡Como recordó aquellos días!

A la tarde, cuando regresó con las luces para adornar. Me entregó un paquete  ¡¿que es esto?! Dije.
(Retoma a Agustín)

-¡Barquillos! ¡Barquillos con dulce! como los de tu panadería.
¡Te acordás  gallega! ¡Cuando volvía del cole, siempre te compraba uno!
Vos me decías: ¿Esta bien este?  ¡No, uno con más dulce te decía yo!
Nos mirábamos gallega.
¿¡Te acordás como te miraba!?
(Retoma excitada)

¡Trabajamos el día entero! ¡A la noche, como Dios manda!  ¡Todo  perfecto, los muñecos, las cosillas para los niños! ¡Las luces recién colocadas, titilaban en colores!
¡Nos mirábamos y reíamos!
(Con calma)

¡Y es así, como desde hace cinco años, Agustín está en esta casa!
(Afirmando)

¡Pero, no es mi marido! ¡Claro que no! ¡Que va a ser mi marido!

FIN




No hay comentarios:

Publicar un comentario