Una obra de Roque Vega
EL TANO
Roque Vega
La Boca,
bosteza su sueño de barcos.
Junto al
piletón, el bandoneón le chamuya a la tarde que se vuelve noche.
¡Son esas cosas que tiene abril! ¡Te hace creer que aún es verano!
Anoche, en el boliche, Cacho le dijo: - ¡Che Tano, Estela me
preguntó por vos! Y sabe que Cacho no miente.
Entre mate y mate recorre el viejo patio con la esperanza que suene el
teléfono.
¡Preguntó por mí! Se repite una y otra vez.
Desde la cocina, la radio adormece tangos, mientras el último sol se
recuesta sobre la puerta de su pieza; silenciándose en la enredadera que trepa
hasta el techo de chapas.
Llegó al convento de Palos al fondo, una tarde de verano. Saco largo,
boina y el pantalón azul comprado por su vieja para el viaje. Maleta de cartón,
y un bolso cargado de sueños y penas con sabor a distancia.
Amanda rompió el silencio: - ¡Venga Bruno,
siéntase cómodo! Y lo acompañó hasta el pequeño cuarto frente a la cocina.
Carmelo y Tonio, en una suerte de bienvenida lo invitaron a compartir la
frugal cena. Su idioma abarcaba unas pocas palabras.
Damián, el mecánico de la segunda pieza lo ayudó. Era de un pueblo cercano del recién llegado. Sabe de la angustia cuando el mar nos separa de
nosotros.
¡Preguntó por mí! Se repite.
El teléfono no suena
¡Está seguro! ¡Doña Clara, la encargada, le avisará enseguida! La penumbra del convento, evoca la saltarina
voz de Estela:
-“Che Tano ¿No bailas? ¡Dale es domingo” Lo mira y ríe: -¡¿Cuándo
vas a aprender a chamuyar tano?! ¡Vení, se dice así! … ¡A ver repetí!
Sirenas de barcos adormecen el tango junto a la madreselva.
El teléfono no suena.
-¡Ché tano! ¡Cómo te llamás! : -
Bruno, il mio nome e Bruno . El
recuerdo de Estela juega escondidas entre las sombras del patio.
-¡Tano acercate a comer!¡El morfi está servido… ¿De que pranzo me
hablás?!... ¡Se dice, durazno, repetí! … ¡Tano ¿Bailamos?!
¡Le creyó, claro que le creyó a Estela!
¡Enero fue testigo de ese amor! ¡Enero y
este patio, donde ahora el otoño arremolina hojas!
¡Cómo no iba a creer! Si Estela acortó distancias, curó ausencias, sanó
heridas.
-¡Vamos tano, venite, en el boliche hay baile!... ¡Milonga! Haber
repetí…!¡Milonga!
Suarez al fondo. Risas, humo y
la mala orquesta en el abismo de un barato boliche donde el engaño vive entre carcajadas.
-¡Cerrá los ojos tano! ¡No los abras eh! Entonces el beso: -
¡Te besé tano!¡Te besé! Abrazándolo ríe.
Bruno la lleva tomados por la mano. Cae el vestido con lunares, en la
pequeñez de su cuarto ¡Todo su universo! Luego, silencio.
¡Claro que le creyó!
Cada rincón guarda momentos, palabras, imágenes del verano. Revive enero con los ojos abiertos. Muchas
veces tembló entre sus brazos y otras tantas le pidió que se fueran lejos.
Lleno de amor gritó su nombre hasta poner celosa a la luna, en un patio
embriagado de jazmines.
¡Claro que le creyó!
Las lágrimas que no quieren caer, intentan alejar un amor que fue burla.
Amanda se lo dijo: - ¡Tano, el tipo ese es pesado, no es trigo limpio! ¡Venía seguido. Llegaba apenas pasado el mediodía.
Se metía en la zapie y chamuyaba con Estela! ¡Dicen que buscaba minas!
En ocre envejecido, el frio otoño danza entre recuerdos.
-¡Che tano ¿Querés pochoclo? ¡Bueno no importa, no importa que no
entiendas, comé son ricos! ¿Tano, querés bailar? ¡Dale es domingo!
El viento al igual que aquella vez. Cruza Pedro de Mendoza, Necochea rumbo
al boliche. No es lo mismo. Solo va en busca de sus sombras.
Entre copa y copa cree que mañana…otro sueño… y que tal vez… Pero ahora está lleno de
silencios y prefiere la nostalgia al
olvido. Porque anoche Cacho le dijo: -¡Che Tano, Estela me preguntó por vos!
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