Un boceto de Roque Vega
EL VIEJO CAFE
Roque Vega
Sabe que
entre la realidad y los sueños anida la nostalgia.
-¡Si uno
busca, las cosas están! ¡Es cuestión de ganas y constancia! Decía la abuela.
-¡Andrés ponele garra y vas a ver que están! ¡Así como cuando jugás al futbol…!
Ahora la
esquina del potrero se le hace sombra.
-¡Hay otros
lugares, abuela! ¡Nosotros también somos otros suburbios! ¡Pero regresé! Cruza
la esquina.
El fueye
pincela acordes en cada rincón. La vieja fonda, Club Bohemios, la milonga,
aquel beso y una esquina más ¡No es la de él! Pero busca ¡La abuela lo dijo!: -
¡Si buscás están!
¡Es que irse
no sirvió, vayas donde vayas estás con vos!
Regresó.
Aunque no están los anhelos de aquella época, la casa, esquina, el potrero y el
farol donde lo esperó la vida… Acelera el paso Lamadrid, Olavarría, Suarez,
Brandsen, Pinzón hasta Martín Rodríguez.
Alguna
mortecina luz titila en la lejanía de sus tiempos, allá, al fondo de su
estrecha calle que ahora se le hace infinita.
Tabernas y
bodegones. Acodados al mostrador, esos hombres continúan bebiendo el oscuro y
denso vino.
Quiebra el
silencio el lejano ladrido de un perro.
¿Qué hora es?
La sirena de algún barco le responde. Sonríe, siempre estamos a la hora exacta.
Aun es tiempo. Recuerda a su abuela.
¡Está seguro,
este es el lugar! Pinzón y Martín Rodríguez.
La brisa
balancea la oxidada leyenda “El Viejo Café”
Apoya las
manos contra el cristal, acerca el rostro intenta espiar. Sobre el estante de
las botellas la destartalada radio murmura un tango.
Nombres,
rostros, broncas y alegrías domingueras cruzan por su mente. Las imágenes
brillan dentro del boliche. Bromas, risas - ”Pucha, Coco y Héctor siempre
igual”
-¿No entrás?
Pregunta José, posando su mano sobre el hombro de Andrés…
Sábado por la
tarde, el partido en el baldío, allá, por Olavarría al fondo, ese rincón del
rioba con aroma a río y sabor a chatas, bajo un amarillo atardecer; Cuando
Cacho y Damián vuelven del taller.
Llovizna.
-¡Estamos
todos! ¡Los siete me confirmaron!
¡Dejá que te
abrace José! ¡Volví, aquí estoy! ¡Dale, servite un cafecito…así como lo
preparás vos…! ¡Che, José, lo jodido es que los recuerdos son nuestros!
- ¡Andrés!
¡Si querés jugar al billar ponele las luces a la pantalla!
- ¡Listo
Tano, no te hagas problema!
-¡Che José,
te acordás como nos rajabas!
-¡Mamma mía
con ustedes! ¡Es que no duermen, hay que cerrar! ¡Mañana se trabaja!
-¡Y nosotros
nada, la seguíamos! : – ¡Dale un ratito más! ¡Preparate un cafecito! ¿¡Si
José!? ¡El último y nos vamos!
¡Jorge sabe
que nos juntamos! ¡Yo le avisé! ¿Dónde está?
-¡Es tan
despistado que no se debe acordar!
-¡Qué no se
va acordar! ¡Justo él que jamás falló!
-¡Habrá ido a
la cancha y se está demorando! ¡Con lo cabrón que es, no vaya a ser cosa que se
agarró con alguien!
-¡Vendrá,
claro que vendrá, Jorge no falla!
¡Che, no
empiecen todavía! ¡Voy a buscar a Tito! ¡El Seba está enganchado con la mina
esa! ¡Quizás no lo deje venir! …¡Diego y Pedro ya terminan en la cantina! Ya
están por llegar! … ¡Uuuy…ahí viene un 28….quizás…!
-¡José!
¿Donde están las cartas para el truco? ¡Mirá que Damián no vive sin un
partidito!
Amanece.
Continúa
observando tras el cristal del ahora oscuro y silencioso bar. La lluvia se
desliza por su rostro. Sabe ¡Claro que sabe que entre los sueños y la realidad
anida la nostalgia!
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