Un boceto de Roque Vega
EL ESPEJO
Roque Vega
Silencio,
dos vueltas de llave y la clave de la caja.
Andrés
cruza el salón.
El camarero
apaga las suntuosas lámparas. -¡Hasta mañana, señor! Saluda la encargada del
guardarropa. Un segundo después lo hace el camarero.
Solo en el salón.
Andrés
enciende un cigarrillo, llena la copa. El gran espejo lo muestra en el centro de la imagen;
detrás el palco, mesas, sillas…
Se acerca
al ventanal.
Fija la
vista sobre Brown; se le antoja que la avenida
continúa más allá del puente. Desvaneciéndose entre Lejanos sonidos que se pierden en su callejón
del suburbio; EL bullicio de los pibes, esquina, barro, inundación… Los
bolsillos llenos de bolitas…el tren de la Ensenada metido en nuestras calles…
Baldío, pelota y terraplén…
Subido a un
banco espiaba. Lo atrapaba el baile, la magia de la música y esos cosos del
segundo patio milongueando hasta el amanecer. Uno, dos, tres, cuatro, repetía
una y otra vez intentando imitar los pasos.
Ahora, su
luna de terraplén se desvanece sobre un
horizonte sin bodegones, barcos ni
puente.
Un sorbo de
champán…
A través
del ventanal, lejanos ecos con sabor a tango. Aroma a jazmín. El tiopa del
convento. La alegría del mate y las tortitas negras de la panadería de
California; la vieja los domingos iba temprano….
Entre el humo del cigarrillo extrañas esquinas
confluyen en los rincones de su historia
musitando el viejo tango.
Risas,
aplausos, noche a noche hacían ronda para verlo bailar.
Vacía la
copa. Sonríe.
El silencio
se recuesta sobre el espejo confundiendo el esplendor del salón, con el pobre y brumoso club con pista de cemento! ¡Sábado a la
noche, perfume de frasco grande, timbos bien
lustrados, el jetra pa´ la milonga, lengue y aquella mina que apoyó el dolor
sobre el blanco pañuelo!
¡Allá, la
cortada, donde ensayó quiebres y firuletes! ¡Sobre esa esquina, juró el amor
que jamás cumplió!
La noche
destiñe en gris los años reos en el conventillo ¡Bajo el parral ensayó los
primeros cortes! ¡Cuando los lompas largos y Julia, la piba de la zapie del
fondo, lo hizo sentir hombre! - ¡Vamos! Le dijo, y así aprendió el amor y los
pasos que lo sacaron del convento.
Después,
luces, lujos, apresurados romances, pasiones y olvidos repetidos diariamente.
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